domingo, 24 de abril de 2011

¿Cómo te gustaría que fuese tu jefe?


Si pensamos en qué cualidades que debe de tener un buen jefe, colaborador o pareja, lo primero que se nos pasa por la mente es que debe ser simpático, trabajador, alegre y entusiasta.
Así reza una de las conferencias del conocido Emilio Duró en la que nos habla del coeficiente de optimismo como uno de los factores imprescindibles para sobrellevar las vicisitudes de la vida moderna.
Cada vez son más las empresas, directivos, y persona que descubren cómo incrementar los niveles de entusiasmo, aumenta el nivel de desempeño de la organización, y mejora los resultados.
Etimológicamente, entusiasmo significa “con el poder dentro de uno mismo” (In Theos), y se puede representar como la llama interior que nos empuja a seguir hacia adelante, a emprender y desarrollar aquellas tareas que nos sean encomendadas.
Tanto a nivel personal como profesional, comprometerse a mayores niveles de entusiasmo en cualquiera de las tareas que desarrollamos a lo largo del día, nos proporcionará avances significativos sorprendentes que repercutirán muy positivamente en todo nuestro entorno.
En 1912, cuando Dale Carnegie empezó con los curos de oratoria, descubrió que el verdadero motor que impulsa a las personas a progresar y a salir, en definitiva, de su zona cómoda no es otro que vivir con entusiasmo. Como en todo lo que se relaciona con la experiencia de los cursos Dale Carnegie, la aplicación consciente y persistente de esta forma de vida, acaba por calar hasta lo más profundo de la persona y se convierte en la herramienta más potente a la hora impulsar la carrera profesional y personal de quienes la toman este camino.
Para obtener los resultados esperados y ver la transformación que podemos hacer con ellos en nuestro entorno, es necesario calibrar y ajustar el nivel exacto de energía y para ello hay que tener de una actitud abierta al cambio, aprender un método para encender el entusiasmo, participar en un intenso entrenamiento y convertir lo aprendió en un hábito para que nada de lo aprendido quede en el olvido.
Las organizaciones, la familia, y nuestra vida personal  no son más que un conjunto de  relaciones humanas. Mejorarlas es un ejercicio de constancia voluntad y dedicación. Encender el motor del entusiasmo es una responsabilidad que tenemos con nosotros mismos y con quienes nos rodean, sea en el ámbito que sea. Dirigir nuestra vida por esta nueva ruta puede ser una de las tareas más emocionantes que podamos emprender y a la que no podemos renunciar si queremos tener una vida de plenitud.
Y a ti, ¿cómo te puede ayudar ser más entusiasta?

El Blog de Dale Carnegie.
Marc Guillén

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